El hidrógeno verde llega como una gran alternativa para apalancar los procesos de descarbonización y transición energética hacia fuentes de generación limpias y renovables en todo el mundo. En México, sería el gran aliado que podrían encontrar las tecnologías de generación “variables” como eólica y solar. 

Por ello, el Consejo Mundial de Energía – Capítulo México (WEC México), llamó al debate de expertos para que analicen las tendencias mundiales que existen y cuáles oportunidades aparecen en el escenario local y que no se deberían desaprovechar. 

“Esta década, del 2020 al 2030, va a redefinir la base de producción de energía en el mundo”, indicó Pablo Ordorica, socio y director de McKinsey & Company en México.

Durante un panel virtual, donde también participaron destacadas figuras internacionales como Cristina Marin (Hydrogène de France), Alan Sakar (Clifford Chance), Erik Zindel (Siemens Energy) y Hans Kulenkampff (Hinicio Chile), Pablo Ordorica precisó lo que para él serían los elementos necesarios para impulsar esta tecnología en México y resto de Latinoamérica. 

El primer elemento que se requeriría y que ya se estaría viendo en muchos mercados de latinoamérica es un cúmulo muy significativo de energías renovables que vaya permitiendo generar electricidad a un costo muy por debajo de un ciclo combinado. 

“Los costos utilizando renovables ya están por los 25 USD/MWh. Mientras que, en ciclo combinado -como referencia- está en el orden de los 40 USD/MWh” detalló el referente. 

Yendo puntualmente a las particularidades de la tecnología de hidrógeno verde, Ordorica consideró que también se precisaría que el equipo para hacer la electrólisis reduzca casi a la mitad su valor.  

“Hoy, un electrolizador cuesta en el orden de los 700 USD/kW. Eso es costo de capital. Sin embargo, la expectativa es que en los próximos 3 o 4 años, ese costo deberá estar en los 400 USD/kW”

Aquello debería ser así por el avance industrial de la producción de estos equipos y vendría también de la mano de una mejora en la eficiencia de esta tecnología para generar mayor hidrógeno utilizando menos energía. 

El compromiso de los países en la reducción de emisiones de CO2 sería fundamental para apoyar la adopción de esta alternativa.

“Si los gobiernos no ponen restricciones a las emisiones o no penalizan las emisiones, evidentemente se va a alargar el plazo de transición”, advirtió el especialista. 

Y agregó: “aproximadamente el 50% de todo el hidrógeno que hoy se genera se destina para producir amoníaco, 20% para producir biocombustibles y un 30% restante para procesos vinculados a mejorar la calidad de los combustibles”. 

Un quinto elemento que se requerirían serían nuevas aplicaciones. Una primera gran ola podría venir con soluciones para el sector del transporte, luego responder al almacenamiento energético en apoyo a las energías renovables y finalmente cubrir una demanda como insumos en procesos industriales.  

Finalizando, Pablo Ordorica valoró como “crítico” y “más complicado” implementar un último elemento: la infraestructura. 

“Hay tres países que claramente tienen un liderazgo, por los compromisos públicos que han hecho, y por los proyectos que tienen en marcha: Japón, China y Corea. Alemania viene muy cerca y junto con los Estados Unidos y esto es muy interesante (…) porque saben que esta es la base para mantener su competitividad y su capacidad de crear valor económico”. 

“Tenemos que estar conscientes de que el mundo ya se está moviendo en esta dirección, de que el costo de oportunidad de no hacerlo es enorme y que existen grandes beneficios que podríamos derivar”, concluyó.