
Deloitte y Enel se encuentran analizando distintos escenarios energéticos y proponiendo políticas públicas para que países como Costa Rica, Guatemala y Panamá cumplan con sus compromisos asumidos en materia de descarbonización.
Mediante un estudio y modelización, llevado a cabo durante este año, las empresas esperan arrojar un informe final que sirva de “Hoja de Ruta para la Transición Energética” en cada mercado relevado.
En el caso de Guatemala, profesionales a cargo de este estudio concluyeron que la energía hidroeléctrica y la geotérmica resultan tecnologías “clave” para la descarbonización del país.
En concreto, señalaron que existe un potencial de aproximadamente 6000 MW de energía hidroeléctrica y 1000 MW de geotermia en Guatemala; del cual, sólo se aprovecha un 23.1% y 3.5%, respectivamente.
Así mismo, la energía solar y eólica, que actualmente tienen una participación de 110 MW y 106.5 MW de capacidad instalada en la matriz guatemalteca, también fue incluida dentro de las proyecciones valorando su efectividad y competitividad.
«La demanda máxima será cubierta por generación renovable intermitente de forma costo eficiente», pronosticaron.
En números. ¿De qué manera contribuiría? Mientras que en un escenario de referencia, eólica y solar serían responsables de 8 TWh de generación al 2030 y 26 TWh al 2050; en un escenario más prometedor, estas podrían alcanzar 13 TWh en 2030 y 60 TWh en 2050.
¿Qué sería necesario implementar para lograr estas cifras? Siguiendo el análisis de Deloitte y Enel compartido durante un taller brindado para partes interesadas, las tres principales políticas recomendadas para facilitar la transición energética desde el sector de energía son:
Promover un marco regulatorio que facilite la creación de contratos tipo PPA basados en generación renovable, habilitando así la participación de la industria en las inversiones de producción de energías renovables.
Promover la digitalización de las redes eléctricas, permitiendo así una mayor penetración de renovables, generación distribuida, electrificación de los usos finales de energía.
Asegurar inversiones en nuevas redes eléctricas, para una mayor incorporación de energías renovables.
Frente a esto, Claudia Marcela Peláez Petz, directora en la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE), consultó durante el taller a los especialistas sobre las alternativas recomendables desde un análisis de “costo beneficio” para brindar potencia firme al sistema y complementar estos recursos intermitentes.
“A la intermitencia de eólica y solar buscamos aplacarla con el uso de baterías para almacenamiento”, respondió Cristian Serricchio, socio de Deloitte.
Y agregó: “En la modelización, se puede ver que a medida que la generación intermitente va evolucionando, también se va incrementando la necesidad de baterías para reducir la intermitencia”.