La presión por atender una demanda energética cada vez más volátil en Centroamérica y el Caribe, agravada por el cambio climático y años de rezago en inversión, ha abierto un espacio para soluciones energéticas rápidas, flexibles y adaptadas. En este contexto, Aggreko ha desplegado un portafolio híbrido con opciones modulares y personalizadas de almacenamiento de energía que, en palabras de su gerente de desarrollo de negocios para la región, María Esparza, “ya están paquetizadas” y listas para responder tanto a emergencias como a nuevos desarrollos.

Durante su participación en ¿Future Energy Summit Central America & The Caribbean (FES Caribe), Esparza detalló que la empresa, reconocida históricamente por sus sistemas térmicos móviles, desde 2017 amplió su oferta incorporando almacenamiento en baterías. Hoy, el modelo de negocio incluye dos configuraciones estándar: “1 MW por 30 minutos o 1 MW por 1 hora. Entonces, según el cliente necesitas uno, necesitas dos, necesitas tres…”.

La propuesta se destaca por su inmediatez. “Es una solución bastante rápida, con una instalación en muy corto tiempo que te puede traer beneficios inmediatos”, explicó. Si bien Esparza reconoció que estas soluciones “no te van a dar absolutamente todos los servicios que puede brindar una batería porque son sistemas paquetizados”, sí están pensadas para aplicaciones concretas que resuelven desafíos inmediatos en la región, como el incremento en la demanda por olas de calor o cortes de suministro por fenómenos meteorológicos extremos.

Pero Aggreko no se limita a estas alternativas con disponibilidad inmediata. “También ofrecemos soluciones de almacenamiento que no necesariamente estén ya paquetizadas y las tengamos en stock porque somos agnósticos tecnológicamente hablando”, afirmó. En estos casos, la compañía se encarga de todo el proceso: desde la ingeniería y procura, hasta la operación y mantenimiento. Este modelo “tailor-made” permite adaptar la tecnología al cliente, y según Esparza, es más adecuado “para proyectos de mayor complejidad donde la instalación rápida no es el driver que está moviendo la necesidad sino más bien algo a medida y para un tiempo más prolongado”.

La lógica de este enfoque responde a una región con realidades diversas, donde conviven mercados con altas tasas de electrificación y otros donde aún persiste el déficit. “En algunos países la transición energética puede representar añadir más renovable a la matriz y en otros incluso electrificar porque hay países de Caricom, aunque no lo crean, que todavía tienen alrededor de 80% de electrificación, es decir, el 20% de la población no tiene acceso a energía”, señaló Esparza. En estos casos, explicó, lo prioritario no es una gran planta solar o eólica con batería, sino la generación distribuida: “Gente que para mejorar su salud, su educación y sus condiciones de vida necesita energía”.

Por otro lado, el cambio climático ha impuesto nuevas presiones al sistema. Países como República Dominicana, donde el componente hídrico es mínimo, han experimentado aumentos inesperados en la demanda. “No tenemos hidro, pero el cambio climático es tan abismal que la demanda ha incrementado porque los requerimientos de climatización así lo han demostrado”, afirmó. Esta combinación entre aumento de consumo y limitada capacidad instalada ha expuesto debilidades estructurales.

A ello se suma lo que Esparza describió como un “tercer driver” de negocio aunque en una primera lectura no lo pareciera: el rezago en inversión. “Es cuando vemos activos obsoletos, vemos líneas de transmisión insuficientes o vemos que no hay nuevas licitaciones”, señaló. Según ella, esta acumulación de factores ha abierto oportunidades de negocio para todas las tecnologías: “para la térmica, para la renovable, para la batería, etcétera”.

Sin embargo, el despliegue masivo del almacenamiento enfrenta una barrera clave: la regulación. “Básico: hay que tener claridad en la remuneración porque si no nadie va a invertir”, afirmó. Aunque destacó avances, advirtió que muchas normativas siguen siendo ambiguas. “Las regulaciones a veces son como muy ambidiestras, tienen que ser un poco más concretas y directas, y que las empresas o el inversionista sepa cuánto va a remunerar según el servicio que se va a prestar”.

La falta de un marco tarifario definido para variedad de servicios de almacenamiento limita la rentabilidad y desincentiva la inversión privada. Como ejemplo, Esparza mencionó que algunas resoluciones recientes en la región han permitido el despacho por mérito económico, pero han dejado de lado otros usos fundamentales.

Consultada sobre si la región llegó tarde a la incorporación del almacenamiento en batería, Esparza fue clara: “Para mí el mercado es el que te dicta según cada país y cada región cuál es el momento apropiado para hacer esas regulaciones”. Agregó que la actual urgencia por adoptar soluciones de almacenamiento se debe a que durante años se postergaron inversiones claves.

En su visión, países como República Dominicana aún están a tiempo de planificar bien, ya que no han alcanzado niveles de penetración renovable que generen inestabilidad. “Yo particularmente creo que Dominicana lo está haciendo bien porque todavía no tiene una penetración tan alta como para traer problemas”, concluyó.

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