El gobierno mexicano ha comenzado a impulsar iniciativas para fortalecer la producción nacional a través de incentivos vinculados al contenido nacional. El Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 y el Plan México delinean con claridad esta intención. Sin embargo, en el sector de energías renovables, las condiciones actuales parecen aún estar lejos de permitir un cumplimiento efectivo.

«Yo lo veo difícil», advierte Elie Villeda, profesional del sector energético, al ser consultado por Energía Estratégica sobre si México está preparado para detonar una industria nacional fotovoltaica ante potenciales exigencias de contenido nacional.

El Plan México, anunciado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en enero de 2025, incluye acciones como aumentar la soberanía energética y fortalecer la fabricación nacional de vehículos eléctricos e híbridos, en línea con el desarrollo tecnológico y la innovación.

A esto se suma una tercera línea: aumentar el contenido nacional en las compras públicas, lo que podría impactar directamente en el sector fotovoltaico entendiendo que sólo durante este año la Comisión Federal de Electricidad (CFE) llevaría a cabo dos licitaciones de 300 MW y 280 MW para las siguientes fases de la Central Fotovoltaica Puerto Peñasco.

Sin embargo, para que un módulo solar sea considerado como de origen nacional, Elie Villeda insiste en que se debe evaluar toda la cadena de valor. «Tienes que desarrollar toda la industria que viene detrás… poner plantas de refinación de silicio, hacer los lingotes, las obleas, las celdas», y no limitarse al ensamblaje.

En ese sentido, compara el enfoque de México con el de Estados Unidos, donde los incentivos están ligados al origen de componentes críticos. «Si nada más es ensamblaje, en Estados Unidos no te van a dar los incentivos de contenido nacional», ejemplifica sobre el modelo estadounidense.

«El CHIPS and Science Act de Estados Unidos tiene mayores incentivos para que cualquier empresa se vaya a poner en Estados Unidos ¿Porqué irías a poner en México una planta de semiconductores?», observa Villeda. Desde su perspectiva los esfuerzos locales en materia de semiconductores, que fue anticipado en febrero por las autoridades, podría ser aprovechado por centros de investigación más que para el fortalecimiento de una industria.

El aumento de aranceles al acero y aluminio por parte de Estados Unidos es otro tema en boga. El profesional advierte que esto también impacta directamente a México y que esa situación podría estar frenando anuncios oficiales de la presidencia relacionados al sector de semiconductores y metales, que podrían repercutir en el subsector eléctrico.

Actualmente, México cuenta con una capacidad de ensamblaje de entre 600 MW y 800 MW anuales, pero «todas las celdas justamente vienen de China», recalca Villeda. En su visión, una industria local para fotovoltaica difícilmente podrá competir si solo destina sus esfuerzos al mercado local. «Creo que le convendría mucho a México», sostiene, siempre y cuando se tenga acceso al mercado de Estados Unidos, que es «el más competitivo y el que te paga más, para que realmente sea factible poner una planta, no sé, de 1200 MW de celdas en México».

Durante la entrevista con Energía Estratégica, Villeda también abordó la falta de definiciones claras en torno al contenido nacional en el país. Mientras que en EE.UU. se evalúan subproductos como las celdas y el vidrio (este último con industria local consolidada en México), «si lo vas a englobar en una sola cosa», como el ensamblaje, se pierde el incentivo para el desarrollo de una cadena industrial completa.

Además del enfoque técnico y comercial, el profesional advierte sobre un punto clave: la energía ya disponible en el país. Una producción local de celdas requeriría más consumo eléctrico, lo cual podría presionar aún más la red. «Quieres incentivar con más manufactura, cuando no tienes la energía», plantea el profesional consultado.

En el marco de las reformas estructurales impulsadas por el Gobierno, a comienzos de junio se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto para fomentar la inversión en la industria farmacéutica y en la investigación científica, lo cual genera interrogantes sobre posibles réplicas hacia otras industrias estratégicas, como lo pueden ser las energías limpias.

En este punto, Elie Villeda introduce una conexión importante: la reglamentación secundaria del sector energético también está en evolución. «Están terminando de desarrollar las reglas de mercado», explica, en relación a los cambios derivados de las reformas constitucionales que fortalecieron el rol de la CFE. Para el entrevistado, esto podría influir directamente en cómo se defina y aplique el contenido nacional en las futuras normativas del sector.

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