
El gerente general de Minera Santa Cruz, Néstor Rigamonti, reclamó para la minería de oro medidas que generen un contexto adecuado para la mejora de la competitividad, al advertir que la relevancia que la producción y exportación de los recursos auríferos tiene en la Argentina contrasta con el futuro del sector que puede quedarse sin proyectos activos antes de que finalice la década.
“El sector está en un momento realmente desafiante. Siempre tuvo un rol protagónico y lo sigue teniendo con el 70% de las exportaciones de minerales explicadas por la exportación de oro y plata. El punto es que esta relevancia contrasta con el futuro, y si no hacemos nada, no es auspicioso, porque no todas, pero muchas de las empresas que hoy producen oro y plata en la Argentina tienen un desafío de continuidad”, alertó Rigamonti.
Así lo hizo en la exposición Arminera que se desarrolla en La Rural hasta el jueves, en la cual el Gobierno nacional anunció la aprobación del ingreso del primer proyecto minero al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), que recayó en la minera Rio Tinto, la que invertirá US$ 2.700 millones para la producción de litio en Salta.
El reclamo de los proyectos de oro y plata es uno de los temas que sostiene la Cámara Argentina de Empresas Mineras, que viene pidiendo el diseño e instrumentación de un RIGI diferenciado para el sector.

El aporte del oro y la plata
En cifras, de ese 70% de las exportaciones mineras de la Argentina durante 2024, unos US$ 3.141 milones correspondieron a los envíos de oro al exterior, con un crecimiento 37% superior al año previo, mientras que los precios crecieron 16% en promedio. La dinámica de los precios internacionales permitió sostener el nivel de exportaciones desde 2020 a pesar de la caída de la producción y alcanzar niveles récord en 2024.
En el caso de la plata, en 2024 las exportaciones registraron US$ 641 millones, lo cual implicó una baja de 5% respecto al año previo, pero en este caso, la suba de precios solo logró atenuar la caída de los volúmenes de producción.
El pedido llega asociado a que las empresas productoras de oro tenen en cartera “yacimientos maduros que vienen decayendo en su producción, que año a año incrementan sus costos y tienen una corta vida de 2 a 4 años. Todo eso con altísimos precios internacionales que sustentan esas operaciones maduras, que de lo contrario no estarían operando”, precisó el directivo de la compañía, cuyo activo principal es la mina de oro y plata San José, ubica en el noroeste del Macizo del Deseado, provincia de Santa Cruz.
Para Rigamonti, hay para este sector de la mineria metalífera un desafío por delante de “darle continuidad a los yacimientos maduros, porque no da lo mismo que tengan o no continuidad ante la cantidad de empleados, proveedores involucrados, fiscos que cobran regalías, y desarrollos comunitarios que entrarían en crisis si dejasen de operar. Pero a pesar de todo eso, no se ve en el mediano plazo la llegada de nuevos proyectos de oro y plata que reemplacen a los que vayan cayendo, por eso el desafío de extender la vida útil de los desarrollos actuales”.
En ese punto, el empresario planteó la oportunidad de poder contar con beneficios similares a los que otorga el RIGI a proyectos productivos de exportación. “Sobre la extensión de vida de las minas, el punto es simple: tiene tanta relevancia extender 5 años la vida a un yacimiento como tener un yacimiento nuevo. Si tenemos un RIGI que fomenta la llegada de inversiones para desarrollar nuevos yacimientos, tenemos que tener un RIGI que fomente la capacidad de inversiones tendientes a extender la vida de mina”.
Competitividad y reducción de la carga fiscal
“Lo que tiene que hacer el sector es trabajar agrupado con trabajadores, empresas, gobiernos y proveedores por la continuidad de un sector maduro que tiene posibilidades de continuar operando en la medida que se hagan las cosas que hay que hacer. Por un lado apuntalar la productividad de los yacimientos que está en caída, y el otro eje es extender la vida útil”, agregó Rigamonti.
Desde afuera se considera necesario “una reducción de la carga fiscal a yacimientos maduros que hacen un aporte enorme en mano de obra, trabajo de proveedores y aporte comunitario, y destinar una parte al desarrollo de actividades de exploración tendría bastante sentido”, subrayó.
El problema de los costos fue otro punto central de su exposición. “La madurez de los yacimientos exige un mayor esfuerzo productivo para obtener menos producción, y eso se traduce directamente en un incremento de los costos. A esto se suma el factor macroeconómico luego de 15 años de alta inflación y un tipo de cambio que, aunque fluctuante, se ha mantenido por detrás del incremento general de precios. Esta dinámica genera un aumento permanente de los costos calculados en dólares, lo que obliga a la industria a intensificar los esfuerzos en productividad y control de gastos”, finalizó Rigamonti.
, Ignacio Ortiz
0 comments
Write a comment