
Las tensiones geopolíticas que se registraron a nivel global en las últimas semanas por la guerra comercial que inició el gobierno de Donald Trump volvieron a mostrar su impacto en el sector energético. Prueba de ello fueron los vaivenes que sufrió el precio del petróleo. En ese contexto, las implicancias para la Argentina, y en particular para el desarrollo de Vaca Muerta, se ubicaron en el centro del análisis. Leonardo De Lella, Managing Director & Partner de Boston Consulting Group (BCG), analizó el impacto de estas dinámicas globales sobre el sector energético argentino. En diálogo con EconoJournal, el especialista hizo foco en la resiliencia de Vaca Muerta frente a un escenario volatilidad en el precio del petróleo.
También, remarcó la necesidad de mantener la competitividad y la importancia de continuar con las obras de infraestructura para apuntalar el crecimiento sostenido de la formación. En su mirada, si bien el entorno internacional impone desafíos, también podría abrir oportunidades: “Las recientes medidas comerciales en EE.UU. podrían abrir una ventana de oportunidad para la Argentina, pero será clave consolidar ventajas propias”, sostuvo De Lella.

—En las últimas semanas se registró una caída en todas las bolsas del mundo por la aplicación de aranceles por parte del presidente de EE.UU., Donald Trump, lo que también provocó un cimbronazo en el precio del petróleo. ¿Cómo analiza este escenario? ¿Qué cree que va a ocurrir en las próximas semanas?
–Lo que estamos viendo en el mercado es el resultado de un shock doble, tanto del lado de la oferta como de la demanda. Por un lado, OPEC+ sorprendió al triplicar su incremento de producción previsto para mayo, elevándolo a 411.000 barriles por día, lo que equivale a tres meses de subas acumuladas en un solo movimiento. Por el otro, la nueva ronda de aranceles impulsada por la administración Trump generó una escalada en la guerra comercial global, con represalias significativas por parte de China y otros países. Ambas decisiones se produjeron casi en simultáneo, lo que amplificó la reacción del mercado. La consecuencia inmediata fue una caída inicial abrupta del precio del Brent, que perforó los US$ 60, con una baja de casi US$ 10 por barril en solo dos días, uno de los descensos más relevantes desde la era de los US$ 100 por barril.
Esta situación no solo responde a la percepción de un excedente de oferta, sino también a una mayor incertidumbre sobre la demanda global futura, particularmente por el impacto que las nuevas barreras comerciales podrían tener sobre el crecimiento económico y el consumo energético.
En el corto plazo, es probable que persista un entorno de precios bajos y alta volatilidad, al menos hasta que haya señales claras de reversión de políticas (por parte de la Administración Trump o de OPEC+ o una corrección del mercado). La siguiente reunión de OPEC+ a inicios de mayo será un hito clave a seguir. Ante un escenario de menor generación de caja, algunas compañías del sector ya están ajustando planes, con revisiones a la baja en capex, recortes de costos y foco en disciplina de capital, especialmente en el segmento upstream. Aquellas inversiones de ciclo corto, como el no convencional, pueden verse particularmente desafiadas.
—El presidente y CEO de YPF, Horacio Marín, aseguró que Vaca Muerta se puede desarrollar a 45 dólares, ya que aseveró que la formación no convencional es resiliente a un precio del barril bajo. ¿Cómo evalúa esta situación? ¿Cree que será posible un óptimo desarrollo con este nivel de precios?
–La afirmación refleja en buena medida la evolución positiva que ha tenido Vaca Muerta en los últimos años. El desarrollo no convencional en la Argentina ha venido ganando competitividad año tras año, tanto en términos de costo de desarrollo (asociado al capital invertido) como de lifting cost (asociado a los costos operativos). Hoy, estas mejoras de productividad hacen que Vaca Muerta esté a la par de otros plays de shale a nivel global y, en muchos casos, el desarrollo puede sostenerse con precios incluso en torno a los US$ 45 por barril. Aunque ese nivel teórico de precios esté cerca del punto de equilibrio y no sea viable para todos los bloques o proyectos, los precios actuales no comprometen la viabilidad estructural de Vaca Muerta. Sin embargo, una caída en el precio internacional reduce los márgenes y puede condicionar el ritmo de desarrollo, en especial para compañías con portafolios diversificados que deben reasignar capital entre distintas geografías. En síntesis, Vaca Muerta ha demostrado resiliencia y competitividad. Aun así, si se ingresara en un entorno prolongado de precios sustancialmente más bajos, se podrían ralentizar algunas decisiones de inversión, incluso cuando la mayoría de los proyectos sigan siendo económicamente viables.
—¿Cuál cree que será el impacto que esto tendrá para la Argentina?
–El impacto para la Argentina dependerá principalmente de la duración del actual entorno de precios y del nivel en el que finalmente se estabilicen. Si bien no veo una amenaza estructural al desarrollo de Vaca Muerta, un escenario prolongado de precios más bajos podría ralentizar la asignación de algunas inversiones, especialmente en compañías que enfrenten restricciones de caja en el nuevo escenario o que compitan por capital dentro de portafolios internacionales. No obstante, vale destacar que los fundamentos de Vaca Muerta siguen muy sólidos: la competitividad de sus proyectos ha mejorado, y su potencial sigue siendo estratégico tanto para la seguridad energética del país como para su balanza externa. Por eso, más allá del ruido coyuntural, el desarrollo a escala de la formación no está en duda, aunque exista un riesgo de moderación temporal en el ritmo de perforación y fractura.
Desde una perspectiva estructural, no considero que la Argentina deba modificar su estrategia energética por este contexto. El desarrollo de Vaca Muerta seguirá siendo rentable para la mayoría de los operadores, incluso si las utilidades se ven afectadas. El foco debería mantenerse en garantizar la continuidad de las inversiones y asegurar estabilidad para los proyectos de largo plazo, como los de infraestructura. El marco actual, con herramientas como el RIGI, configura un entorno favorable.
En lo que respecta al gas, no anticipo impactos inmediatos derivados de este contexto. El foco de las empresas debería seguir puesto en capturar oportunidades de monetización vía exportaciones, en particular con GNL. De hecho, una potencial implicancia positiva del contexto actual es la reducción de competitividad del GNL de EE.UU. o demoras potenciales en algunos proyectos. Sin embargo, no se trata de una ventaja estructural para la Argentina y es importante seguir incrementando la competitividad y la viabilidad de los proyectos, en una situación competitiva global muy exigente.

—En los últimos meses hubo récord de producción y en etapas de fractura, ¿cree que con el escenario global esto se ralentizará?
–La mejora sostenida en productividad y eficiencia operativa ha sido clave para alcanzar los niveles récord que vimos recientemente en Vaca Muerta. Esa curva de aprendizaje sigue avanzando, con operadores que incorporan tecnología de punta y acumulan mayor conocimiento sobre la formación. No veo amenazas estructurales a ese proceso: de hecho, en contextos más desafiantes, la presión por ganar competitividad puede acelerar aún más la adopción de mejores prácticas y la búsqueda de la excelencia. Ahora bien, en términos de actividad, si el escenario actual se mantiene, es posible que algunas compañías ajusten su ritmo de inversión en respuesta al nuevo contexto de precios y a restricciones de caja. Incluso si estas decisiones se concretaran, no considero que se trate de un freno estructural, sino de ajustes tácticos frente a un entorno más volátil.
—¿Qué ocurrirá con las obras de infraestructura que aún faltan y deben llevar a cabo las empresas para apuntalar el desarrollo de la formación?
–Los proyectos de infraestructura son fundamentales para sostener el crecimiento de Vaca Muerta y permitir su escalado hacia una plataforma de exportación. En el caso del petróleo, el proyecto Vaca Muerta Sur (VMOS) -que incluye un nuevo oleoducto hacia la costa atlántica y una terminal de exportación- ya está en una etapa avanzada de desarrollo. No percibo riesgos concretos, dado su grado de madurez y su alineamiento con la estrategia de las compañías involucradas. Para el gas, el desarrollo de infraestructura sigue siendo una condición necesaria para ampliar los mercados de destino. Los avances en GNL, como el proyecto liderado por PAE y los anuncios recientes de YPF, son señales positivas, aunque todavía se requiere mejorar la competitividad estructural para atraer decisiones de inversión finales (FID) en un entorno global competitivo. Las recientes medidas comerciales en EE.UU. podrían abrir una ventana de oportunidad para Argentina, pero será clave consolidar ventajas propias, sin depender de factores que podrían ser transitorios.
A los avances en GNL se suma la reversión del Gasoducto Norte, que habilitó recientemente exportaciones hacia Brasil por primera vez, un hito de gran relevancia. El desafío ahora es sostener una visión de largo plazo, que permita avanzar con proyectos de infraestructura más allá de los ciclos económicos o políticos, y consolidar a Vaca Muerta como un vector de desarrollo sostenido para el país.
, Loana Tejero
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