Contra el prejuicio de un progresismo desprevenido, no encarna el dogma de la ortodoxia liberal. Su gestión es hiperintervencionista y milita el capitalismo de amigos. Sergio Massa incomoda a cierto progresismo desprevenido por las razones equivocadas. Lo consideran un emblema de la ortodoxia económica liberal. El prejuicio ideológico oscurece los rasgos más definitorios del ministro y su gestión. Se aferra, sí, al cumplimiento del ajuste pactado con el FMI. Pero lo hace impulsado por el pragmatismo, no por convicción. Asume que sin el Fondo no hay paraíso para la supervivencia política. Sergio Massa es, ante todo, un constructor de poder […]

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