En la actualidad, más del 90% de la matriz energética de Uruguay es abastecida por renovables. Y, aunque se pretende avanzar aún más para lograr la carbono neutralidad al 2030, aún existen desafíos por enfrentar.
Entre ellos, María José González, coordinadora de la Unidad Ambiental en el Ministerio de Industria, Energía y Minería de Uruguay (MIEM), advirtió que el 31% de las emisiones netas de Gases de Efecto Invernadero (GEI) corresponden al sector energético.
Si bien, valoró que se deben llevar a cabo medidas concretas para descarbonizar fundamentalmente el sector de transporte que hoy representa el doble, 62% de emisiones GEI, una estrategia transversal permitirá resolver varios frentes.
De allí que el hidrógeno llega para dar respuesta a una transición energética con energía firme limpia y renovable, así como combustibles verdes para desplegar más movilidad sostenible.
En ese escenario, el hidrógeno “puede jugar un rol importante” en torno a iniciativas vinculadas al transporte pesado. No obstante, con el norte puesto en la eficiencia y sostenibilidad, los vehículos eléctricos domésticos y flotas de automóviles privados también se vienen impulsando a través de beneficios fiscales contemplados en el proyecto MOVÉS.
Uruguay quiere ir más allá para acelerar su transición energética y ganar terreno en la comercialización de hidrógeno alrededor del mundo.
Según precisó María José González “redoblamos un poco la apuesta porque a nivel global se observa una clara necesidad de importar hidrógeno a los países europeos”
Frente a esta situación, ¿cuál es el potencial que tiene Uruguay? De acuerdo con la coordinadora de la Unidad Ambiental, tiene sentido que Uruguay entre en la carrera de la economía del hidrógeno verde.
De allí, argumentó que Uruguay tiene cuatro potenciales bien interesantes para lo que es la generación de hidrógeno: la matriz energética predominantemente renovable (para generar h2 verde), complementariedad eólica y solar (para ganar competitividad), fuerte institucionalidad (para garantizar seguridad jurídica a largo plazo) y acceso al mar (costa disponible para proyectos offshore y brindar mayores condiciones portuarias para transporte).
Entre ellos, el aprovechamiento de la complementariedad de energía solar y eólica permitiría “electrolizadores funcionando con factores de plantas cercanos al 60%”. Esto se torna crucial en la planificación de los recursos necesarios para producir hidrógeno.
Ahora bien, otra pregunta es cuánto hidrógeno producir y cuántas energías renovables se requerirían para lograrlo desde Uruguay. Al respecto, María José González, coordinadora de la Unidad Ambiental en el Ministerio de Industria, Energía y Minería de Uruguay (MIEM), concluyó:
“Si quisiéramos aportar un 4% lo que es la demanda global, deberíamos duplicar nuestra producción de energía renovable y si vamos un 8% tendríamos que triplicar y si quisiéramos llegar a un 15% esa demanda, nos vamos bastante más arriba”.
Para terminar de definir todo aquello, el país se encuentra trabajando en un grupo interinstitucional para viabilizar acciones en el corto plazo, planificar los proyectos a concretarse en el mediano plazo y prepararse para la exportación de hidrógeno, combustibles sintéticos a partir del mismo y más.