El despegue de las energías renovables en la Argentina se puede describir con algunas cifras: 206 son los proyectos adjudicados desde 2016; 6130,9 son los MW que generarán esos emprendimientos; 4,7 millones serán los hogares abastecidos; 7237 son los millones de dólares que llegaron como inversión al sector, y 9200 son los puestos de trabajo relacionados con la actividad. En los últimos tres años el país se posicionó como uno de los diez destinos más atractivos para invertir en la “ola verde”.

A esta altura de 2019, la participación de las energías renovables en la provisión de la demanda de electricidad nacional llega a 4,8% y, si bien el avance de ese índice se aceleró en los últimos tiempos, aún se está lejos del 12% de participación que la ley 27.191 fijó como meta a cumplir al último día de este año: se estima que para entonces se llegará a 8%.
La legislación estableció también el objetivo de 20% para 2025. Y pese a la distancia del dato actual con ese objetivo, se considera que hubo en los últimos años un gran salto: basta observar que entre 2002 y 2012 el porcentaje se había mantenido estancado en apenas 0,5% de la demanda eléctrica

Sebastián Kind, subsecretario de Energías Renovables y Eficiencia Energética de la Nación, sostiene que la decisión de que el tema sea política de Estado llevó a elaborar “un marco regulatorio sólido, respaldado por un sistema innovador e inédito de garantías que probó otorgar certidumbre y previsibilidad, algo indispensable para desarrollar sectores de alta intensidad de capital y largos períodos de repago”.

Kind, designado en su actual cargo en diciembre de 2015, por el entonces ministro de Energía, Juan José Aranguren, redactó para el senador Marcelo Guinle el texto del proyecto de lo que hoy es la ley 27.191, publicada en el Boletín Oficial el 15 de octubre de 2015 y que fue la base para la revolución verde.
Juan Bosch, especialista en energías renovables y presidente de Saesa, empresa que comercializa gas y energía, confirma que se progresó mucho en los últimos años. “Es una buena época para hacer un balance de lo que se propuso a comienzos de 2016. Se arrancó desde muy abajo, con 180 MW instalados, mientras que Uruguay tenía 1000 y Brasil, 7000, pero hoy estamos mucho mejor”, destaca el experto.