Nación hizo una proyección en gas y petróleo hasta el 2030. Estiman que por los no convencionales, a fin de año, la balanza energética mostrará un superávit luego de 11 años.

De la mano de Vaca Muerta Argentina podría incrementar hasta 2030 la producción de gas un 6% anual acumulado y un 7% en petróleo. Esos son los números que maneja la Secretaría de Energía de Nación en un escenario donde se eliminen los cuellos de botella, se respeten las reglas, se estabilice la macroeconomía y se levante la intervención de mercado que instauró la administración de Mauricio Macri.

El subsecretario de Planeamiento Energético de Nación, Luciano Caratori, fue el encargado de compartir las proyecciones, que están vinculadas estrictamente al futuro de la formación.

Para el segmento del gas proyectan varios escenarios. El primero es el de un crecimiento del 2,4% anual acumulado hasta que se termine el primer tramo del gasoducto de Vaca Muerta. Para lograr un mayor crecimiento, además de eliminar los cuellos de botella en las redes de transporte, señalan que se requiere generar nueva demanda y sobre todo lograr netbacks que sean sostenibles para la exportación de GNL.

Para el período entre 2019 y 2030 -con el primer tramo del gasoducto que aún no se licitó- el gobierno proyecta una potencialidad de crecimiento en la producción que parte desde 4% hasta el 6% anual acumulado. Un escenario principalmente apuntalado por los recursos no convencionales.

En números

6%
es el crecimiento en la producción de gas que podría tener el país entre 2019 y 2030 si se eliminan las restricciones.

“Esperábamos que, con la recuperación de la actividad, también se incremente la demanda y en consecuencia la producción para abastecerla”, indicó Caratori.

El otro beneficio directo es reducir las importaciones de gas en los períodos de mayor consumo al igual que como sucedió en los períodos de verano.

En números

7%
es lo que podría crecer la producción de petróleo -sin intervención- hasta 2030.

El escenario de la producción de petróleo es distinto y no está sujeto a las mismas restricciones infranqueables que tiene el gas natural. Esta fue la razón por la que las compañías que operan en Vaca Muerta con portfolios robustos comenzaron a apostar a sus desarrollos de crudo. Sin embargo, esa seguridad se quebró con el Decreto 566/19 que congeló los combustibles y el precio del barril.

De igual manera la proyección de Nación es bastante alentadora. En un escenario de precios medios, estiman un crecimiento del 5,2% anual acumulado entre 2019 y 2030. Y en un contexto de precios altos, proyectan un crecimiento en el mismo período del 7% anual acumulado. Ambos escenarios anclados a un incremento en la producción de petróleo no convencional.

 

En números

US$ 4.900
millones es lo que recibiría Nación por exportaciones de Energía. Se equilibraría la balanza energética.

“Si tenemos en cuenta que venimos cayendo desde 1998 hasta esta parte a un ritmo de 2,7% acumulado estamos hablando de un crecimiento y un cambio de tendencia notable”, precisó Caratori.

Como no se evalúan ampliaciones sostenidas en la capacidad de refinación, y la actual ya está casi saturada, todo lo que se produzca por encima de los 495.000 ó 500.000 barriles tendrá como destino la exportación.

Este escenario en consecuencia va a aportar divisas y una mejora en la balanza comercial. Con la actividad que prevén desde Nación, Argentina cerraría el 2019 con un pequeño superávit y para el año que viene “debería crecer notablemente” en función de las estimaciones.

Estas proyecciones que comparten desde la Secretaría de Energía son similares a las que manejan las operadoras de Vaca Muerta. Sin embargo, ni el octubre de pura campaña fue suficiente para que algún candidato diera un mensaje claro de cómo se planean cumplir con estas estimaciones.

Balance energético

Según las proyecciones de Nación, Argentina terminará el año con un superávit en la balanza energética del 0,03% y de esta manera cortará con 11 años consecutivos de tener un balance negativo. Esto se desprende de la diferencia entre lo que se importó y lo que se exportó en materia de energía.

Desde el año 1989 hasta el 2010 Argentina tuvo un balance energético superavitario, pero desde ese año hasta la fecha, el país se mantuvo por debajo del cero, lo que significa que se remplazaron las exportaciones por las importaciones.

En concreto, a partir de 2006 el balance comenzó a descender y pasó de un superávit comercial energético que era de US$ 6.100 millones a un déficit neto de US$ 6.900 millones en 2013. En ese año se exportó por US$ 5.600 millones y se importó por US$ 12.500 millones. El gas natural fue el principal driver de ese déficit.

Si bien en 2015 se logró reducir el déficit en US$ 2.300 millones, aún quedó una diferencia de US$ 4.600 millones en negativo. Durante la administración de Mauricio Macri se importaron entre US$ 4.900 millones y US$6.500, pero el incremento en las exportaciones de gas no convencional desde finales de 2018 ayudó a equilibrar la balanza.

El 2018 cerró con un déficit de US$ 2.300 millones y según los números de la secretaría de Energía de Nación el 2019 va camino a cerrar el año con un déficit casi nulo e incluso, según estima el gobierno, puede llegar a ser un 0,03% en verde. Y es que proyectan que el año termine con aproximadamente US$ 4.900 en importación y una suma casi idéntica en exportaciones.

Lejos está del superávit en la balanza energética que tuvo el país en el período entre 2003 y 2007, pero los números dejan en evidencia la oportunidad que significa Vaca Muerta para el país.